En esta segunda parte de Lina, la historia sigue en el mismo punto donde terminó la primera parte de esta biografía. En esta parte es cuando Lina demuestra toda su fuerza para salir a delante y vencer casi todas sus dificultades. Tuvo oportunidad de ser enfermera de guerra y la aprovechó. Se le presentó la oportunidad de ingresar en una orden religiosa y la aceptó de buen grado. Le propusieron practicar la enseñanza y estudiaba por la noche para poder explicar la lección a sus alumnas el siguiente día por la mañana. Tal era su actitud de obediencia y servicio que llegó a enfermar. Después de un buen análisis de sus aptitudes y accediendo a su petición la orden religiosa la liberó de su compromiso.
Pasó muchos años trabajando de lo que más sabía: servir a los demás hasta los setenta y cinco años. Aún entonces añoraba las grandes fiestas de su juventud y cuando podía se juntaba con alguna amiga y celebraban alguna fiesta o cumplaños.