Cómoda del siglo XIX

 

 

Asunto: Restaurar una cómoda de unos 130-150 años de antigüedad.

 

Estilo:

No se debe confundir el estilo isabelino de las diferentes épocas. El isabelino es el nombre dado al estilo imperante, tanto arquitectónico como decorativo, durante el reinado de alguna de las diferentes reinas de ese nombre, desde la reina Isabel I de Inglaterra, Isabel I de España (llamado de los Reyes Católicos) a Isabel II de Borbón, que reinó desde 1833 a 1868, época en que se supone fue construido el mueble que nos ocupa; sin embargo, éste, no es un claro exponente del isabelino. Los muebles construidos en este periodo toman el nombre de isabelino aunque, como en todas las épocas, coexistían otros estilos y mezclas de ellos; el que nos ocupa se podría definir como un isabelino con trazas de barroco por su curvatura en la parte frontal, en cambio por sus adosados a ambos extremos de la parte delantera podría atribuirse al estilo isabelino.

También se atribuye al estilo isabelino puro los muebles, sillas, mesas y cómodas, cuyas patas presentan la forma de S con pies de garra o bola. Esta característica la originaron algunos ebanistas ingleses al inspirarse en los bronces orientales (no en mobiliario) e introducirla en el rococó inglés. Al final de este periodo, Tomás Chippendale publicó un libro de diseños, The Gentleman and Cabinet Maker’s Directory, en el año 1754, en el que definía la interpretación inglesa del estilo rococó. Aunque esta modificación se impuso en Inglaterra hacia 1750 perduró en el tiempo y algunos lo introdujeron en el nuevo estilo isabelino, que aparecería alrededor de ochenta años más tarde.

 

Trucos y estratagemas:  

 Para reproducir los muebles de estilos históricos, los fabricantes del siglo XIX utilizaron varios métodos: chapados que cubrían maderas baratas, tallados y taraceas que embellecían muebles de estilo de bajo precio y construidos con poco cuidado.

Consecuencias:

Aunque es doloroso admitirlo, la cómoda objeto de este estudio pertenece a este tipo de fabricación[1]. Aún se puede apreciar la madera trabajada de forma tosca, incluso después de haber sido lijada y coloreada en el proceso de la actual restauración. No obstante, esa particular opinión en su contra, aún puede ser muy valorado por su antigüedad.

 

Características: Al principio se apreció en la cómoda un alto grado de deterioro.

Por el tipo de construcción observado en las maderas interiores es evidente que el mueble no es de elaboración esmerada; tampoco aquellas son de calidad y el acabado de las mismas es muy deficiente. Los ensambles de las diferentes partes del mueble se realizaron con el método de ‘cola de milano’, sistema muy empleado todavía hoy y que ya utilizaban los antiguos egipcios.

La parte exterior estaba cubierta por una capa de pintura blanca y dos de pintura roja (como se puede observar en las fotografías adjuntas) que ocultaban la marquetería[2] con que estaba decorado el mueble, por este motivo se le dio al principio menos valor del que ahora tiene.

Otra causa que pone en evidencia el mal estado de la cómoda, es el grave ataque de insectos coleópteros (xilófagos anobium punctatum) que invadían casi la totalidad del mueble.

 

Restauración: La primera operación que se realizó en la cómoda fue tratarla contra la carcoma; para ello de inyectó agujero por agujero, cientos de ellos[3] y por dos veces, un preparado especial compuesto de Permetrina al 25 %, para combatir este tipo de insecto. Más tarde se eliminó la pintura. Luego se introdujo todo el mueble en una cámara hermética donde se gaseó con el producto antes mencionado para tenerlo en cuarentena.

Este proceso es necesario para que el ciclo de reproducción de estos insectos quede interrumpido, se ha tenido en cuenta que el xilófago, cuyo ciclo reproductivo se calcula en unos cuarenta días, al salir de la madera por el agujero que practica es cuando pone sus huevos; entonces debe combatirse la nueva generación cuando eclosionen éstos; por tanto, y por precaución, esta tarea se volvió a repetir para poder alcanzar un elevado grado de seguridad, aunque nunca se sabe si se ha conseguido su total exterminación. Este tratamiento tuvo una duración de dos ciclos de cuarenta días cada uno. Acabado este proceso se empastó los agujeros para que no se disipara rápidamente el efecto de la Permetrina y para sellar la entrada a posibles invasores; también tiene el sellado otra finalidad, y es que si aparecen nuevas aberturas, una vez tapados todos los agujeros, es que aún existe alguna actividad de la carcoma.

La siguiente operación fue restaurar las partes dañadas de la madera, rehacer las guías de los cajones y la alineación superior trasera[4], arreglar la madera posterior[5] y todo ello sin casi emplear materiales nuevos con el fin de no perder la antigüedad del conjunto.

Se repararon las cerraduras y se consiguió encontrar una llave para poder abrir los cajones, fue una tarea destacada por el tiempo invertido.

También se sacaron copias de dos bocallaves que habían desaparecido años atrás. Se puede apreciar en las fotografías 13 y 16 los agujeros existentes en los cajones donde deberían haber estado colocados.

Se estucó o se pusieron pastas en las partes donde debía restaurarse los múltiples y pequeños desperfectos que presentaba la cómoda. Se lijó con minuciosidad todo el mueble para eliminar las pastas sobrantes y tratar de obtener un acabado algo más fino que el original; sin embargo, no se quiso exagerar el lijado para no perder el encanto de un trabajo antiguo, efectuado con medios bastante más precarios que los actuales. Y también, con la idea de que, en caso de desearlo, siempre puede apurarse el lijado y, por tanto, eliminar casi por completo el estuco, pero al hacerlo también se elimina la tosquedad original de este mueble. Es cuestión de preferencias. 

Se coloreó la madera y el estuco tratando de igualar el color. Al final se aplicó goma laca para conseguir el acabado que había tenido originalmente. Es de tener en cuenta que la porosidad de la madera, la sequedad de la misma y la mala conservación a requerido, en algunas partes, más de treinta capas de barniz.

Se ha pretendido conservar la rancia antigüedad de la cómoda, no substituyendo ningún material y aprovechando al máximo las menguadas posibilidades de restauración que presentaba. Se han construido dos bocallaves nuevos; una llave única para las tres cerraduras; unos listones de refuerzo en la parte trasera exterior y otro por debajo de la madera superior, a fin de eliminar el movimiento de la unión entre dos placas; y por último, las dos patas traseras presentaban muchas hendiduras y faltas de madera que una vez rellenadas se han chapado. La reparación interior se ha efectuado con el intento de no desmerecer la construcción original.

El interior de los cajones es otro aspecto de la misma cuestión. Es de notar que el cajón superior tiene una capa de pintura de un color apropiado para contrastar con el resto del mueble; sin embargo, nos ha parecido más adecuado, para preservar la antigüedad, dejar el interior del resto de los cajones tal como estaba, a excepción del residuo de estuco y el tinte de nogal.

Las fotografías no mencionadas expresamente recuerdan los diferentes aspectos que presentaba la cómoda en las sucesivas etapas de restauración, exceptuando la fotografía de la portada que muestra el conjunto restaurado.

 

Tras la restauración se ha conseguido un mueble de buena calidad aparente y que puede ser codiciado por los amantes de lo antiguo.



[1] Esta aseveración debe matizarse; si por los frontales de los cajones eso es correcto, por los laterales y panel superior del mueble no lo es; y no lo es porque esas maderas son de nogal y no están chapadas, en cambio, tal como antes se ha hecho mención, los frontales de los cajones están recubiertos de chapa de nogal y el acabado interior de todo el mueble es muy burdo.

[2] En la foto 10 se puede apreciar la marquetería de uno de los adornos frontales, una vez quitada las capas de pintura, y el otro tal como estaba antes de iniciar la restauración; en él no se puede adivinar que pudiera existir debajo de la pintura ningún tipo de taracea (marquetería). Por los restos de pintura aún visibles en las fotografías y que antes cubrían todo el mueble, puede comprenderse la dificultad de descubrir la marquetería existente.  

[3] Puede evaluarse el ataque de los xilófagos por la pasta blanca que, después del tratamiento contra estos insectos, se empleó para taponar los agujeros; se puede apreciar en diferentes fotografías. 

[4] Ver fotografías 4,5,7,8 y 9, donde en la 4 se ver la hendidura producida por el roce de la base del cajón; en la 5 la base de la guía de uno de los cajones está rota y presenta una forma inclinada. En las otras fotos se observa que, en la parte superior trasera del mueble, falta una tira de madera y que en la fotografía está en proceso de recuperación. 

[5] Fotografías 6 y 10. Para salvar el panel posterior, se optó por adosar unos listones en sentido vertical para dar consistencia a la madera muy atacada por la carcoma. En la foto 3 puede verse el interior del mueble con el estuco colocado y antes de lijarlo.